Se conoce a una mujer
y se le invita
a compartir la vida,
y se abren, para ambos,
un mundo nuevo, una herida,
y un cambio
en el modo de ser.
Se conoce a una mujer:
cambian su rostro las horas,
nuevos matices de auroras
desfilan por nuestro ser
y comenzamos a nacer
nuevamente en nuestros hijos,
pretediendo quedar fijos
en su risa y su saber.
Se conoce a una mujer,
se cuida con celo el nido
en el que todo lo aprendido
pierde, de pronto, el sentido
y hay que volver a aprender
a compartir nuestros sueños,
nuestro tiempo, nuestras luchas,
las penas (que serán muchas)
y también las alegrías;
el desfile de los días
y los recuerdos de ayer
cuando, en la senda seguida,
nuestra ilusión cobra vida
y se conoce a una mujer.-