Las silenciadas

Embriagando a esas maravillas estamos.
guardándolas,
escondiéndolas en cajones cerrados,
amordazadas, anestesiadas
para que dejen de sudar amor,
enjaulándolas mientras nos muerden
de a pedacitos el corazón.
Las dejamos asomar a veces
con algo de malicia,
al borde de una mirada, como gota
pronta a rebalsar la copa de nuestros labios,
como a punto de caer
desde el octavo piso de nuestra vergüenza.
Estamos, así estamos.
Recortándonos a medida,
mostrándonos a medias porque el resto
tiembla de miedo,
porque esos payasitos, con sus lágrimas azules
y sus risotadas pintadas,
jamás han salido a escena.
Nos crucificarán algún día.
Nos gritarán su verdad a la cara
junto a todo el ruido exterior
que hemos usado para callarlas.
Y tendrán sus justas razones,
las pobres.
©Poly Bernoy/RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS.