ROMANCE DEL SOL Y LA LUNA

"Romance del sol y la luna"
El sol y la luna se quieren a fondo.
El siempre la busca, la sigue; la acosa
constante, incesante, con un amor hondo
y no es para menos, porque ella es hermosa.
El es un don Juan acabado y redondo,
por eso la luna coqueta se esconde,
porque ella prefiere lo mondo y lirondo
de los sentimientos y no sabe a dónde
habrá de llevarla su tejemaneje,
pues ya está cansada de tanto escaparse.
Le gusta, es muy cierto, que el sol la corteje
igual que le encanta también disfrazarse.
A veces se viste de cuarto menguante
como un cohibido gorrión cuando estrena
sus alas y vuela. Como un principiante,
con ese rubor natural de la pena.
No pierde ocasión de mostrarse prudente
por más que el impulso de amar la presione
y entonces su traje de cuarto creciente
detrás de los biombos de estrellas se impone.
Porque esto es muy cierto: no obstante los años
que huyendo ha venido del sol truene o llueva,
y aunque haya sufrido perfidias y engaños,
de pronto aparece como luna nueva.
O bien, cuando siente del sol todo el fuego,
con esa violenta pasión que enajena,
quisiera poder terminar con el juego
de andar siempre huyendo y que al sol la encadena.
Es cierto que a veces lo ha visto a hurtadillas
guiñando los ojos a más de una estrella
y aquello le cala y hasta en sus mejillas
se nota el coraje que la hace más bella.
No obstante se siente segura y por eso
jamás le reprocha al truhán su flirteo,
incluso disculpa que él sea un travieso
y esto hace que más se le encienda el deseo
de amarlo y decirle por fin que lo quiere;
pero es que es tan tímida...tan indecisa...
y es muy natural pues cualquiera prefiere
oírlo de labios del otro. No hay prisa..
Yo no sé hasta cuándo se deje la luna
de andarse escapando del sol. Si quisiera,
podría esperarlo. Además, no hay ninguna
razón para no detener su carrera.
Si tú quieres a alguien ¿por qué te le escondes?
Lo más razonable, juicioso y sensato
sería enfrentarlo. ¿O tú qué respondes?
Para qué buscarle séis patas al gato?
A mí francamente me da tanta pena
mirar a ese pobre asoleado y jadeante
correr tras de aquélla y resulta estar llena...;
pero de soberbia. ¡Qué clase de amante!
No, luna. No es eso lo más conveniente.
Mejor agradécele a Dios que te quiera
el sol. Dime tú: ¿qué mejor pretendiente?
No dejes que el cálido amor se les muera.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC