Recorro tu cuerpo y, cuanto más bebo de él
a mi pluma, le brindas cual peregrino,
de espíritu libre, el breve atino
de inspiración que sedienta escribe,
aquellas cenizas que el olvido inhibe,
que en ese plácido recuerdo, imagino,
a quien, ya etéreo fuese, mi amor divino,
existencia muda de esplendor leve.
Amor real por gentil, taciturno y noble;
tu esencia sutil perdonará el fuego,
y en el tiempo proporcionará su contextura.
El otoño que en sus hojas expresa un roble,
árbol desnudo por el viento, tronco viejo;
quien más ama, más refleja, su hermosura.