Compartía con la noche su negro vestido,
provocaba sudor el ambiente caldeado,
brillaban las estrellas en un cielo raído
que mi desnudez miraba descarado.
Tendida en la holgura de mi reposera,
adivinaba formas en el firmamento
creyendo estar sola, sin pensar siquiera
que tú me observabas desde hacía un momento.
Te vi allí parado, me sentí aturdida,
quise enderezarme, no lo permitiste,
mirabas mi cuerpo, me sentí cohibida,
tendiste tus brazos, hacia mí viniste.
Y en un arrebato de amor, de ternura,
llenaste de besos mi rostro, mi cuello,
y dimos comienzo a una gran aventura,
disfrutando del amor todo lo bello.
® Susana Valenzuela 10-01-10