Su voz me parecía la melodía más pura
¡Oh, angel dulce de mirada infinita!
Que con tu dolor, con tu rosa marchita,
La herida eterna por siempre perdura.
Surcaba los cielos el más bello color,
Azul cetrino, azul hermoso, azul tardío.
Tardío, como los versos del poeta vacío
De corazón, alma, orgullo y honor.
Su misiva se expresaba en idioma común,
Que todos entendían, que nadie comprendió.
Su mensaje era el de Dios, que les contó:
Mi tortura, con vuestros hechos, continua aún.
Hasta los cielos me llega un profundo dolor.
Dolor de amores perdidos, de sueños extintos,
De caminos dorados que se vuelven cenizos.
Un dolor impuro, impío. Un dolor abrumador.
Sois el pecado del mundo, ángel exterminador.
Sois todo lo que no quise, lo que no se os enseñó.
Pagaréis tarde o temprano, como aquel que traicionó.
Pagarán por sus hechos, tanto el justo como el pecador.