Cuántos suspiros hondos se me escapan
al evocar tu maternal presencia,
cuánta tristeza me dejó tu ausencia
y cuántas lágrimas mi sueño empapan.
Al recordarte, madre, se destapan
de tu legado la benevolencia,
la dulce paz que daba consistencia
a mi vivir y ahora que me atrapan
feroces fieras que dañarme quieren
y tú no estás, enfermo y solitario
al recorrer las cuentas del rosario,
oro por ellos, por los que me hieren,
buscando en Dios su protección y abrigo
y siento aún que sigues tú conmigo.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC