Cómo se atreve una madre
a olvidarse de su hogar.
Teniéndolo con sus hijos,
y de éstos separar.
¡Qué amor más pobre les diste!
Con la fuerza que éstos dan.
Lo felices que se sienten,
cuándo éstos juntos están.
No te extrañe, madre media,
que te lleguen a negar
en circunstancias un día,
algún trocito de pan.
¡De pronto! no sientes miedo,
El futuro te da igual.
¡Mira que la vida es larga!,
si no mirars adelante,
muchos te joderán.
Te harán reir de momento,
a ver si pueden entrar.
A tu casa y a tu entraña;
luego se reirán.
El noventa por cien de las separadas,
ya se querrían juntar
con los que antes odiaban,
de encima no se las pueden quitar.
Dan mil vueltas por donde andan.
Para poder evitar ¡que otras entren!
¿En el reino de los Cielos?
y no podérselas quitar.
Aún os sentís con derechos,
y os lo quisiérais llevar,
de la mano como a un niño,
y en vuestros pechos fraguar.
Mimarlos como de antes,
como antes de empezar,
las discusiones por celos,
hoy no os quisièrais separar.
Pero el hombre, como hombre,
mucha vergüenza pasó,
al verse en ese entredicho,
algún cuerno le apuntó.
No digo que aquí estemos todos,
casi todas con seguridad.
Si alguna vez lo hemos hecho,
fuera de vuestras listas están,
fue para arrojar la maldad.