Caminamos por el sendero,
calzada arriba, hacia mi barrio,
conmigo viajaba un lucero,
diosa y amiga de Morfeo.
Volaban nuestras siluetas,
por las calles de la melancolía,
nunca subí tan alegre,
aquellos montes, como ese día.
Tú sonrisa fue, el arma de conquista,
me hiciste entrar en un cuento,
donde tu eras la bella princesa,
y yo, la bestia me siento.
Comimos manjares como los dioses,
bebimos vino, y simpatía,
corría el tiempo y las horas,
vivíamos el momento que transcurría.
El tiempo era el instante,
en el que yo miraba tus ojos,
esas dos estrellas fugaces,
que hacen de mí sus antojos.
Me conformo con muy poco,
que encuentres la felicidad,
tu felicidad sera mi felicidad,
Pero dame un día, para seguir soñandote.