No hay nada nuevo bajo el sol.
Cada momento que vivo,
ya lo viví.
A cada lugar que voy,
ya estuve ahí.
Siento como si mi vida
fuera una gran huella
en mi memoria,
donde todo es evocado
porque ya fue fijado.
Como si el tiempo
fuera un gigantesco círculo
donde un boomerang
no para de girar.
Todo lo que hago parece
que lo hubiera hecho antes.
¿Acaso soy inmortal?
Quizás he vivido tanto
que ya no me acuerdo
de todo lo que he realizado.
Puede que en esta piedra
donde estoy sentado
haya descansado
de un largo viaje a pie,
o que en ese río
haya aventado mi lanza
a la caza de algún pez.
Tal vez fui un general
al mando del ejército romano
o un filósofo griego
que contempló las estrellas
buscando encontrar alguna verdad
en el cosmos.
Esa es la razón por la cual
la historia se repite
una y otra vez.
Siempre están los mismos personajes
que se reinterpretan
una y otra vez.
Y esa sensación que percibimos
en la contracción espacio/tiempo
entonces no es azarosa,
lleva un mensaje que hay que descifrar:
nos dice cuando hay que parafrasear un párrafo más.