SE LLAMA

RECUERDOS DE UNA REINA, DE NOMBRE LOURDES VERÓNICA
Empezó en un celular
Tu voz escuché una tarde
Haciendo gala de alarde
Te comencé a enamorar
No te lo puedo explicar
Pero muy a la distancia
Yo percibí tu fragancia
Tu voz cálida y vibrante
Me bastó oír un instante
Para ponerme a soñar.
Te soñé como princesa
De poder, de seducción,
Que despertó mi pasión
Y te volviste una alteza
De ardiente naturaleza
Y me encendiste sin verte
Y para mi buena suerte
Al insistir en hablarte
Conseguí por fin citarte
y al fin pude conocerte.
Fue tremendo el desaliento
Al ver que no te gustaba
Ya tu cuerpo yo anhelaba
Hasta perder el aliento
Mi grito no rompió el viento
Porque supe contenerme
Recuerdo tu cara al verme
Fue de total desencanto
Mi corazón mientras tanto
Lo dejaste casi inerme.
Unas palabras cruzamos
Y subimos a mi coche
Ya casi se hacía de noche
Hacia mi casa enfilamos
Cuando allá nos abrazamos
Desperté a la gran mujer
Que escondías bajo su ser
A una Diosa de Pasión
Que embrujó mi corazón
Sin poderlo comprender.
Con la oscuridad de guía
Entre tus ropas mis manos
Fueron demonios profanos
¡Qué buena suerte la mía!
Pues casi el amor te hacía
Casi sin bajar del coche
Hice de audacia derroche
Y firmes, blancos y buenos
Toqué tu cuerpo, tus senos,
Fue una ardiente sinfonía.
Después ya en la intimidad
Con abrazos y con besos
Comenzaron los excesos
Y con gran solemnidad
Convertí a tu majestad
En mi ardiente cortesana
A una mujer que profana
Con sus mil ardientes giros
¡Lleno el lecho de suspiros
Con lujuria soberana!
Poza Rica, Ver, Abril de 2012
(El primer encuentro se dio, cuando yo convalecía, luego de un mes, de una enfermedad gástrica)