La Rosa Y El Corazón

Aquella noche en mi jardín, a través de los mares,
Soplaba el gélido céfiro inexorable,
Atravesando reinos, montañas y ciudades...
Un tupido manto de estrellas abrigaba la cúpula lóbrega
Y la luna se enaltecía altiva sobre el soberbio mundo,
Prisionera de un amor que la distancia segrega.
Aquella “Dama Blanca” vertía su frágil y tenue luz
Sobre una Rosa oscura y marchita, olvidada y dormida,
Cubriendo su belleza extinta bajo un plateado tul.
La Rosa apenada y triste, solitaria y melancólica,
Matizaba la vida con una efigie que encogía el corazón
Y sosegaba las más torturadas ánimas, de la loca sinrazón.
Y desde un alejado monte, de un lobo,
Sonaba cual melodía dulce su aullido a un dorado halcón,
Animal despiadado y loco, inseparable de su eterna pasión.
Y entre tanto desasosiego y desolación,
Paseaba entre las rosas, un solitario corazón.
Arrastrando palabras de poder y libertad en su canción.
La Rosa le miró, esbozando con ternura una sonrisa,
Las grácil luz de las estrellas su pálido rostro enmarcó,
La Rosa se escondió, lúgubre y sombría huyó.
Corazón paseó entre multitud de bellas flores,
Mas ninguna aceptó, pero Rosa lloró.
”Tímida, cálida, dulce Rosa, más no llores.”
Mientras se acercaba, el corazón la suplicó.
La Rosa, las lágrimas con sus pétalos secó.
Con sus hojas, al Corazón abrazó...
Y este, sus espinas arrancó...
La Luna cintilaba de emoción,
Llovieron sobre ellos mil gotas de ilusión.
Y en aquel eclipse de sensaciones,
Luna besó a Sol... y la Rosa, a su solitario Corazón.
El Corazón, besándola, latió, palpitó,
La Rosa, enamorada, sus pétalos abrió.
Olvidaron en aquel jardín las largas noches de dolor...
¡La Rosa y El Corazón conocieron el Amor!