En pobres arrabales, casita de reja
decoran su mesa; dos caritas tiernas
tres platos vetustos, una alcuza vieja,
su padre cansado, de calmas eternas.
Cada día ella repasa el mismo sendero
coge su maleta, su tiza y sombrero,
y emprende la marcha al mismo colegio
en donde la esperan sus niños traviesos.
Su voz se va ahogando detrás de los años
en las aulas quedan sus mas grandes sueños
sobre aquellas mesas y aquellos escaños en los corazones de los mas pequeños.
La maestra ; mas vieja se hizo
su padre murió, marcharon sus hijos
la escuela cerro, crecieron sus niños,
su pelo tornose de negro a cenizo.
Una breve tumba,un pobre epitafio,
guardaran un dia sus menudos restos
un pajaro negro, crascita un presagio,
la maestra duerme la paz de los muertos.