.Sin piedad.

Que infinita soledad del moribundo
intransferible su dolor tan acallado
por circuitos de un cuerpo muy dañado
que impide al alma su gritar profundo
A su padecer y desazón ajeno el mundo
que sigue febril ritmo, donde ignorado
es su calvario, como el final imaginado
de pureza ausente en lecho nauseabundo
Solo el amor no ve la carne corrompida
en su viaje al polvo, inexorable, incierto
mientras crea un lecho virtual de luz y vida
Así la oscuridad del agónico será vencida
siendo piadoso y dulce el transito a lo muerto
mientras una mano siempre este extendida
Emanuele
@RHC Conde 2011