La mujer perfecta

Hoy realicé un ejercicio de imaginación extraordinaria, quería crear una mujer perfecta a mi piel, a mis sentidos. Busqué entre todas, las piernas más bellas de todos los lugares, hasta en los más recónditos sitios llegue con mi extraña tarea, en Italia encontré un prototipo de pierna ideal, tomé las fotos y los vídeos, los guardé en mi laptop y continué en mi búsqueda. Ahora dedicaría mi esfuerzo a encontrar los labios más bellos y sensuales, esas bocas que cuando las ves te insinúan todos los oficios prohibidos que se pueden hacer con ellas, fue difícil al comienzo, encontré unas bocas perfectas pero no eran sensuales, también encontré bocas sensuales pero no eran perfectas. Esto me hizo pensar terriblemente en la sensualidad y el amor. Encontré en China una boca ideal para mí, era carnosa, voluptuosa, como una fruta madura, exquisita. Extraordinariamente pervertida pero con un aire de ingenuidad. Me gustó esa boca y esos labios, guardé esas imágenes, en todos los ángulos posibles y continué mi tarea. De esa manera fui buscando partes de esa mujer perfecta, el pelo tenía que ser una cascada de color, que impactara a la vista, que sólo al verla sintieras el deseo de poseerla al instante, que transmitiera un mensaje de sensualidad en su movimiento.
Los hombros en una mujer son terriblemente sensuales y deben serlo, una mujer que no sienta nada con una caricia o un beso en los hombros no está en el camino de la dicha y el amor. Encontré unos hombros perfectos, sensibles, dorados y jugosos. Luego busque unos ojos vivaces, juguetones, misteriosos pero eso si, inteligentes. Encontrar todas estas cualidades era bien difícil, algunas veces encontraba ojos misteriosos pero poco inteligentes, otras veces encontraba ojos vivaces e inteligentes pero desarmónicos y fríos. Después de esta extraordinaria búsqueda, que duró unos cuantos meses, logré con unos expertos en belleza y vídeos unir las partes de esta mujer perfecta, tan sencillo como unir las partes de un rompecabezas. Se creó un modelo virtual de mujer para mí. La mujer perfecta estaba creada. Al verla quedé como mudo, era bella, extraordinariamente hermosa, tenía todas esas cualidades en sumo grado, pero había algo que la hacía artificial e inhumana, le faltaba una dosis de desarmonía, una pequeña dosis de fealdad, un toque tan solo para que fuera real, para traerla a este mundo. Después de esta lección tan grande en mi vida descubrí que no hay mujeres feas, que es necesario junto con la belleza una dosis de fealdad, y junto con la fealdad una dosis de belleza. El ying y el yang de los Chinos.