Quien tiene el corazón, el alma y el pecho
abonados, para que le siembren sol y lucero,
pronto verá sus frutos: flores y lindos te quiero,
lozanos, abundantes y que le den mucha semilla,
para que en otros corazones la cultives con candor, viven días de angustia y demandan mucho amor,
a quien uno le confiesa las dolencias del corazón
y clama amor y perdón. Cuando uno llama a la puerta
no vasta una sola tocada, se requiere seguro saber
si el espacio esta dispuesto, para que las puertas
del corazón se abran de par en par y permitan ingresar
para con ella compartir a quien trae mucho amor.