NO HAY MÁS ALLÁ
Tras la muerte no hay nada,
solo el viento, Céfiro, del este
que asola la ladera de la montaña.
Tras la muerte no hay nada,
solo el ruido ensordecedor de la mar
al chocar las olas con las rocas de la playa.
Tras la muerte no hay nada,
solo el Sol que asoma su aro dorado
tras el horizonte en la gélida mañana.
Tras la muerte no hay nada,
solo el atardecer por un pueblo
vacío, callado... un pueblo fantasma.
Tras la muerte no hay nada,
solo conciencias sucias, desgarradas,
que temen al más allá y quieren
purificar sus almas.
Tras la muerte no hay nada,
solo un volver a empezar, resurgir,
entre las cenizas de los cuerpos
que arden entre las llamas.