La tierra bebe cielos y digiere centellas;
se embaraza de esperma venido de planetas,
viajero en las azules, amables y discretas,
sonrisas titilantes que surten las estrellas.
Si el cielo la seduce, la tierra se hace bella;
se asoman en su vientre, tuberosas y esbeltas,
promesas anhelosas, tan grávidas y ciertas,
que mil surcos benditos se desgranan en ella.
Bajo la lluvia siente grato orgasmo la tierra;
su insinuante cintura, amorosa y despierta,
agita una simiente, la cobija y concierta,
para darnos el cielo que a su cuerpo se aferra.
Mil aromas sublimes se dilatan con ella;
excitante vendimia, desbocada placenta,
¡Ya madre, está la tierra mineral y contenta...!
¡La tierra bebe cielos y digiere centellas…!