Los ojos cedieron de tanto extrañarte
de saberte presente en la luz de mis días,
que a cada pregunta me entregabas poesía
que a cada respuesta...tus formas de darme,
y si por mi te jugaste al filo indebido
que alcanzó batalla en tu quieta morada,
pudiera decirte que por una de tus miradas
dejaría enterrado el dolor de mis olvidos,
Mujer como tu! que en distancia me tocas
cual una enredadera posándose insistente,
que mis noche prefieran amarte en la mente
y mis mañanas, tus pechos tener en mi boca,
y si hoy te busqué en la desesperación indulgente
del mar de palabras que aislan las penas,
tendrías que verme paseando serenas,
mis prosas tan tuyas, que de tuyas, me sienten,
porque hoy entendí que no hay retornos ni vueltas,
ni siquiera pensar en dejar de sentirnos,
Mujer como tu! de mis paisajes benignos
asidua pasajera de mis profundas reyertas,
que de tanto soñarte, te han visto sentirlas
mis gnomos audaces, de celo y cuantía,
Mujer como tú!...tu eres la poesía!
y yo tu esclavo, cuando ordenas escribirla.