Besas, de la manera en que los amaneceres
se vuelcan volcánicos en la lava
de mi cuerpo venidero.
Besas con él ritmo de la música sinfónica,
melodía milenaria, sujeta a expropiación
en las tierras de mis dominios.
Besas armando el rompecabezas
de mis piezas inconclusas,
atisbo canónico, estela inmemorial.
Besas, en tiempo y forma,
sin sujeción a las normas que la reglan,
por cada juzgado que ejecuta sus decisiones
en los estrados inmersos
en las lagunas de mis labios.
Besas y aún ausente, me dibujas,
con el pincel mágico de tu lengua
en mis vertientes,
después que el alba te endiosó
y la noche te hizo mujer
en los suburbios de mi alma!