No llores que la humedad que aún sobrellevan
tus ojos verdes en cada uno
de tus bosques,
oscurece el lugar
donde nos amamos por vez primera,
y se apagan los valles
de alicientes nuevos,
y seducen tus árboles
al fruto inmenso
que en mi corazón destellan
a modo de impaciencias voraces
y sin escrúpulos.
No llores, y miráme, como
cuando aún no me conocías,
como cuando el crepitar
de lunas nuevas,
te atraían hacia ellas
volcando la luminosidad del lucero
en semillas de presencias vacías.
No llores, y deslúmbrame,
permite llegar hasta lo ms alto
de tus cumbres,
allá,
donde nadie lo ha logrado
y las nubes tocan con sus brisas
la geografía que anida tu cuerpo
y quiere ser mía...cuando el ocaso
nos robe su inocencia.