Una tarde de un caliente verano,
sesteando junto al legendario Duero
me adormecí y tuve un sueno lozano,
una aventura que recordar quiero
para qué mi perverso instinto fiero
se muera con mi egocentrismo humano.
Delante de mí, tenía un ser acuoso,
vejestorio, grasiento y renegrido.
«Quién eres tú?» Pregunté temeroso,
«Soy el río, antes, riachuelo hé sido
y en mi seno arroyos he recibido
para ser más río y más poderoso.»
«Por qué vienes tan sucio y repugnante?»
pregunté mirándolo con hastío.
«Manantial limpio y puro, fui al instante
de nacer, luego, cuando me hice río
vosotros con vuestro nefasto brío
me embadurnaste con vuestro talante.
Moví molinos y alimenté azudas;
regué praderas y alumbré ciudades;,
repartiendo gracias y prosperidad.
pude ver brutales hostilidades
entre mortales por causas absurdas.
En mi camino, encontré granujas
ahogándome con productos letales.
De lejos vengo y para lejos voy
repartiendo amor y prosperidad.
Fui manantial, riachuelo y río soy,
camino por veredas sin edad
repartiendo mi riqueza y bondad
en silencio, sin mirar lo que doy.»
Bendito seas río bien amado
por lo que nos das con afecto y amor.
Nos ensenas con tu sabio legado
a ser justos con la ley del Senor,
dando ejemplo con tu cauto pudor
dejando vida por donde has pasado.