Que mayor afrodisíaco
que el perfume de tu cuerpo,
las sonrisas y las caricias
con las que cada mañana me despierto;
tu cabello, salvajemente suelto,
cayendo cual cascada, resbalando
y cubriendo de forma astuta, tus blancos
y erguidos pechos, desnudos… al descubierto.
No hacen falta anillos,
ni siquiera recurrir a sortilegios,
cuando el amor aflora, no hay poder,
ni maldad que lo ahogue, ese amor es perpetuo;
son dos cuerpos haciendo uno,
fue un pacto, Dios lo puso de manifiesto.
Y vuelvo a hablar de la alcoba,
cuando jugamos esos encantadores juegos,
la pasión se ahoga, cuando el sexo asoma…
formando un único deseo.
La valentía se encara pues… a acabar con el reto,
haciendo que goce
y a cada estrella le regale un beso
por el placer que siente a cada momento,
para después…. tocar la gloria
y llevar su nombre al firmamento.
Cada mañana, cada noche
el apego se hace presente
cuando desnuda deslumbras
la orbe del amor que por ti yo siento.