Como perros en el callejón

Caimanes que se muerden la cola
al pontear la noche
con discursos de carnaval.
Unos ojos con estacas de cera
adornando la bisutería
de unos labios de madera.
Orejas en silueta parabólica
bebiendo el vacío del cartón
y no más allá del balcón
hacienda de vigiá
con monitores de dos pesetas
la cartilla de quita y pon.
Un rayo se cuela en la pecera
donde la sangría se calienta
y los peces del barrio
devoran el carmín de la ceguera
con sal y pimienta
y los deslices del calendario
apagan la hoguera bien pronto,
y la cartera
se despoja de cenicienta
en libros de justo honorario.
Caimanes que se muerden la cola
al pontear la noche
con discursos de carnaval.
Acicalado en una nube
que sube sin escaleras.
Las estrellas se duchan
en la bañera
al compás de una canción
tejiendo de telaraña
las letras
que duermen en el avión.
Unos labios de maniquí
tacones de alta escuela
vestido de almidón
Un bolso de quita y pon,
bailando el triqui
en una academia
con salón de espera,
esperando a llorar
cuando valga la pena
con zapatos de quita y pon.