Si de veras me quieres, no me lo digas.
Yo no quiero palabras, aunque con ellas
configures tus versos y las estrellas
y profieras piropos y me bendigas.
Soy el trigo arelado de tus espigas,
arenal donde dejas tus breves huellas;
soy el sello imborrable con el que sellas
las razones que tienes para que sigas.
No me digas entonces, no, que me quieres,
mejor dilo con besos, que los prefiero.
Dímelo con sonrisas y con caricias,
con el sacro silencio que las mujeres
utilizan a veces. Es más sincero
y es el último toque de mis delicias.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC