Caminando en un desierto, consumió su vida,
donde el viento borraba su huella a cada instante,
corriendo detrás de un espejismo, sin medida,
dejando de lado los oasis, ignorante.
Su juventud vio como metas las quimeras,
sin darse cuenta que el tiempo pasa y no regresa,
el brío y los colores de muchas primaveras,
pasaron a su lado sin ser vistas, sin sorpresas.
Hoy llora el viejo en soledad, su magna desventura,
deseando que pudiera desandar caminos,
es tan grande su dolor, que raya la locura,
solamente posee, recuerdos anodinos
® Susana Valenzuela
21-10-09