Y conocí el mar

Y CONOCÍ EL MAR

Cuando me enamoré ya no era un niño…

Venía del inhóspito

y difícil desierto,

había superado los escollos

de tardes de escorpiones

y tristeza de estrellas;

me había parecido el universo

inmensamente triste…

Cuando me enamoré ya no era un niño

así que me sentía

libre y feliz;

su vaivén latía constantemente, 

en mi cerebro, 

música sideral,

tardes de complacencia por la playa…

Ahora le acariciaba;

otras me acariciaba…

Siempre había soñado con sirenas

pero no había vuelta atrás…

Era una dependencia irracional,

me trasmitía calma

y un baño de lujuria…

Cuando me enamoré ya no era un niño

para el desasosiego

temeroso de nada,

quebradizo a los pies de una galerna.

Me enamoré del mar

con toda su grandeza,

con todo su misterio,

con su encanto atávico,

con su sometimiento de atracción,

juntando nuestros destinos…

Me sedujo la mar,

amor a simple vista, conquistándome

Castro Urdiales, Cantabria,

haciendo footing,

paseo y playa

y rumor de olas…

Yo soy de tierra adentro,

el mar, la mar me dio amor,

me sedujo su canto,

me abracé con sus olas

y su sal impregnó todo mi cuerpo:

su latido movió mi corazón.

Cuando me enamoré ya no era un niño

y me entregué por completo.