Si pudiera recoger los pedazos de acera de mis tierras, o tallar el mármol de lápidas y cementerios, si pudiera ponderar un augurio, sin que lo vieran, o abastecer de aire las muertes que recorren mis misterios. Si pudiera regalar un poco de fantasía, en cada fruto que al árbol le provoca, o morir en mis octubres sosteniendo una poesía, con el último café saboréandolo en mi boca. Si pudiera callar lo que hablo en demasía, o por demás escribir lo que omito descarado, si pudiera olvidar la razón y sus felonías cuando llora mi presente y se encapsula mi pasado. Si pudiera devolver al niño que se nos fue un día entre el gatillar certero de un diablo posesivo, si ese pequeño en mi mejilla devolvería el amor de sus caricias sin morirme en olvidos. Si pudiera entender sin comprender tan siquiera, que todo fue un absurdo una mentira impresionista, hoy tal vez sería tan distinto tan solo si pudiera nacer en cautiverio y morirme besando una sonrisa.