Arde mi cuerpo.
Sin embargo se congela el alma.
Hay un volcán en mi pecho latente,
mas siempre la prudencia
cae como lluvia helada.
Mis manos tiemblan por bordear tu cintura,
pero la razón me las tiene encadenadas.
Viven peleando mi deseo y mi cordura,
y tras cada batalla, nunca resuelven nada.
Me prohibi amarte porque tu tienes dueño,
poniendo toda mi sensatez en eso.
Prohibi a mi boca luchar mas por tus besos,
mas no pude prohibir tu presencia en mis sueños.
Porque esos sueños me prohibieron ignorarte,
Me negaron fingirte algo de indiferencia.
Pues desgraciadamente yo se que tu compartes,
este deseo indebido que duele en la conciencia.
No sabes cuantas veces he intentado alejarme,
renunciar a la idea de que seas para mi.
pero al saber que tu tambien deseas amarme,
me resulta imposible separarme de ti.
Acábemos con todo, no pongámos pretextos,
Es preciso elegir entre culpa y deseo.
La culpa que nos quede, si algun dia te poseo,
o el deseo permantente, renunciando ya a esto.
Porque esta indecisión es como la agonía,
la incertidumbre tiene parecido a la muerte.
Quiero que ya por fin se defina mi suerte,
y aceptar si serás o nunca serás mia.