Darío tiene un juguete
que es por demás de barato,
se lo ha prodigado Dios
en la corteza de un árbol.
Bichitos de San Antonio,
pequeñitos,inocentes,
como el niño que los busca
y los junta alegremente.
Así por las mañanitas
él se acerca a mi vereda
y el cantero lo sorprende
con el tesoro que anhela.
Otras veces, por las noches,
con su linterna encendida,
clava profundo sus ojos
por descubrir sus guaridas
Bichitos de San Antonio,
pequeñitos,inocentes,
tal vez un día ese niño
sea un sabio que investigue
para ayudar a la gente.
Elsa Tebere de Ferraro