Mi nombre es Juan, simplemente,
nací en el alma del pueblo;
aquí forjé mis anhelos
y dibujé con mis sueños
hechos que se van perdiendo
por los aleros del tiempo.
Mi madre, doña Rosita
y mi padre don Segundo;
yo tenía siete hermanos ,
unas parcelas de tierra ,
mi casa grande de tapia
junto al camino grande. Cuando aún pequeño iba
a los bancos de la escuela,
recuerdo con desagrado
los fastidiosos castigos
que los maestros nos daban
tan solo por no entender
lo que ellos nos enseñaban.
Pero en la calle ,
en la calle sí
se expandía entera el alma,
jugando campantemente,
conversando con amigos,
no sé que temas o qué,
pero sí sé cuán felices
fueron aquellos días.
Pasaron meses y meses
unos añitos también,
crecíamos y crecíamos
sin darnos cuenta a su vez;
y , cuando ya grandecitos
fingíamos viejos ser
con la herramienta en los hombros
trabajando junto al peón.
La tierra muy generosa
nos daba hasta no querer,
la vida era distinta
o la manera de ser
cuando de niños recorrimos
esos caminos de ayer.
Aquí soñado en la vida
forjamos con dulce afán
deseos que un día fueron
concebidos sin pensar
en esos rudos quehaceres y costumbres del lugar.
Pero el destino nos juega
a veces hasta el azar,
cada quien pos su sendero
a caminar, a luchar;
a cumplir lo que es posible,
a soñar, a trabajar;
a veces con la fortuna,
en otras tantas, sufrir;
pero siempre lo tuvimos
nuestro deber que cumplir.