Acorralados

Ya no quedan versos

para llenar las horas

de esta incertidumbre ciega.

Arañando los espejos

con dedos de silencio,

respirando un aire que huele a destierro.

Esta muerte es un espejismo vivo

que anda buscando nuevas víctimas

donde depositar su ego.

Arrancarnos el alma de esa manera

tan sórdida y obscena,

sin tiempo a respirar,

sin más horas para amar.

La sangre corre

solitaria por las aceras,

amordazando las palabras,

fulminando las miradas.

Huyen con suspicacia

de nuestras propias sombras.

Acorralados dentro de nuestros huesos

vamos golpeando los labios

abotargados de miedos.

Bocas suplicando

una pausa para regresas al pasado,

para vestirnos

con algún trozo pasajero de libertad,

con algún pedazo arrinconado de deseo.

Prisioneros de un momento

que huele a esperanza tardía,

a voluntad con prisas.

Y aun así rezamos

para que un Dios nos despierte

de este sueño de infierno,

de esta locura sin réplicas.

Vivimos acorralados

en nuestra propia miseria...,

ya no hay escapatoria.