Sigo adelante

sigo... 

sigo sin tregua, con voz clara. 

consigo superar los claroscuros

no les concedo treguas 

despliego mi bandera en todo lo alto.

Aguijón constante 

me sumerjo en mi duelo y resurjo,

de mis orígenes 

como el ave fénix,

para no convertirme en el colofón 

de mi propia desventura,

Ocaso disuelto en el embrión nocturno

de mi desaparición. 

Y así rasgo el poema,

escurrido en un círculo itinerante 

estirándolo como un arco,

saliendo disparada la flecha 

hacia la diana de mi epicentro,

cimbrando mis paredes interiores alzándose y retumbando: 
sensación de culpa, herida, miedo, 
aun así, me sostengo de pie, 
sin tregua ni descanso. 

Forjo el sufrimiento con fuego azulgrana,

fragua de Vulcano donde surge la energía 

el alma se reaviva; el origen vuelve a mí. 

brasa que nunca muere, 

chispas, meteoros suicidas 

impactándose agónicas en mi pecho 

 fragor donde nace el ave fénix interior: 
llamas azules, brillos de hierro caliente, 
renuevo las cenizas y mi propio nombre. 

Esto no es derrota, es renacer, 
pulso que se repite:

Sigo, sigo 

Este camino no se cierra 

Brilla la promesa en cada fibra: 

 Este grito no se apaga:

persiste, resiste, renace. 
No soy el ocaso;

soy la chispa que emerge,

otra vez, nacida de nuevo 
resisto y vuelvo a empezar: 
no soy el ocaso,

Y si la noche insiste,

nace de nuevo la aurora. 

soy relámpago

naciendo de la sangre del día. 

permitiendo reavivar el alma,

para no dejar de combatir 

no como rendición 

sino como promesa que no se apaga 

Como grito de alerta,

donde la fábula… 

¡Nace de nuevo! 

No cedo, 

 no caigo, 

 arde mi nombre en la ceniza: 

 soy el golpe, 

 soy la llama, 

¡Renazco!