Tierra de lucha india,
semillero parecido
y nuestro,
tu batalla de Pichinchu
y tuya,
sella el contorno
de las ansias
del guerrero Rumiñahuí,
desde los huncavilcos
hasta el desesperado grito
de Juan Pío Montufar.
Ecuador tierra de reclamo
que alzó un grito,
heredado de Roldós,
un líder de agua pura
y fuego limpio,
que fue apagado
en el suelo que amó.
Eres voz alta
de color mío,
que se arrima,
que alcanza,
que toca
el Carihauirazo,
el Cotacachí y el Tungurahua
hasta el Saraurcu,
hijo del Cotopaxi,
cerca del Pichincha,
las alturas nuestras,
solidarias con el cielo
y la idea terca
de ser libres.