Sigo siendo una leyenda.

Y sigo siendo una leyenda...
una masa aire que se sopla a gusto
del mejor postor,
en cada soledad íntima
que se desprenda
en cada latido impuro
de un gastado corazón.
En la brevedad de una ilusión
que se aletarga,
bebiéndome la poca vida
saboreando mi razón,
paladeando lo que a la
corta o la larga
será el credo inútil
de una impostora oración.
Y sigo siendo una leyenda...
el maltrato ameno y socarrón,
que se libra en mil
pedazos de murallas
cuando cierra sus puertas
al primer sacudón...
porque de cualquier manera
y sabiendo sus errores
sus tantos defectos
su poca sinrazón,
leyenda morirá y en cada quimera
arderá su sangre inerte
invocando, justicia sin perdón.