Camino hasta el acantilado
y quedo mirando fijamente el mar.
Me cobijo en el tiempo y lugar
y admiro su impecable belleza.
Escucho las olas y a las gaviotas
cruzando el cielo borrascoso,
las caracolas llegan a la orilla
desde su lecho submarino,
es un bello paisaje y lo disfruto.
Todo lo observo.
mientras pienso en mis pecados
de otro tiempo y lugar,
la llovizna salada
de las olas al golpear,
toca suavemente mi cara.
De pronto, al recordar tu beso
se asoma una lágrima,
y nace una oración silenciosa
porque en ti aun creo.
La marea sube
y moja los dedos de mis pies,
entonces.a mi meditación silenciosa
es donde mis oraciones realmente van.
Las gaviotas están de guardia
a lo largo de la costa,
como escuchando mi pensamiento.
Igual, que silenciosos fantasmas.
©AlmatristeLV
4/24/2010