Cuando lo abstracto de la soledad se esfuma,
se hace tan tangible que me oprime el pecho;
tensa y angosta se me cierra la garganta
y así, casi físicamente, conocerla puedo.
Íntimamente por mi amada madre clamo,
pero para socorrerme, ya no está ella cerca…
Mantengo de sonrisas puesta la careta,
y mi angustiado corazón de paz desnudo.
Te Recuerdo Amado Dios, Padre y Señor mío.
Gracias por de mis tobillos afirmar la fuerza
y por darle ánimo a mi debilitado corazón.
Gracias, por amoroso abrirme el camino
al sendero que me lleva a la recuperación,
ahora, que soy yo quien contigo, así lo quiero!
West Jordan, Octubre 26/2006
11:00 p.m.