No es el alma adolescente
que, con afán imprudente,
idealiza al sentimiento
y se queda sin aliento
por vivir en un momento
toda una vida, impaciente.
No es el alma irreflexiva,
frívola y superficial,
que para sentirse viva
se extravía en sus amoríos
por callejones sombríos,
con desenlace fatal.
No es un amor "de un momento",
tan frágil que, pronto, el tiempo
se encarga de disolver
en decepciones sin cuento,
entre el llanto y el lamento
por lo que "no pudo ser".
Nuestras almas, ya maduras
y dotadas de experiencia,
se enamoran con paciencia,
después de vivencias duras
que sembraron de amarguras
su veterana existencia.
Ambos llevamos andado
ya un buen tramo de la vida
y nos hemos levantado
de otro amor ya fracasado
y, dejando atrás el pasado,
hemos cerrado la herida.
Nuestras almas ya comprenden
la importancia del Amor
y nuestras mentes entienden
cómo vivirlo mejor.
Nuestro amor está marcado
de un auténtico fervor.
Ahora, con más criterio
y el ánimo más consciente,
nos amamos tiernamente
y es nuestro amor algo serio;
desciframos el misterio
y nuestro amor ya es permanente.-
Eduardo Ritter bonilla.
Domingo 09 de Agosto del 2009.