Duermo a la hora de levantarme,
te hablo cuando no debería hacerlo,
mientras las personas se preocupan por conseguir dinero.
Voy a tirar la basura
y ese mamón me mira con aires de superioridad,
atravieso sus ojos con mi mirada
diciéndole sin cruzar palabra
“no me importas nada“,
ahora ya lo sabe,
la próxima vez sonreiré irónicamente.
El asfalto arde,
creo oír su pensamiento,
creo que él también recuerda,
añora la lluvia,
la sensación fresca de cada gota tocándolo,
todos necesitamos algo,
todos necesitamos echar de menos.
Vuelvo a casa,
siempre acabo volviendo a casa,
no sé que hacer,
limpio un poco,
me fumo un cigarro,
me bebo una lata de cerveza barata,
escucho música,
me siento en el vater,
escribo alguna tontería como esta,
me ducho,
me afeito esta patética barbucha,
y como poco,
en el fondo lo cotidiano tiene su encanto.
En la tele echan los deportes,
el Madrid quiere fichar a un tipo por 100 millones de euros,
el Barça ya fichó a uno por 50,
un rato antes estaban hablando en las mismas noticias de paro,
de desahucios,
de pobreza,
de países enfrentados
y niños muriendo de hambre y pena,
luego el loco seré yo.
Tal vez lo mejor sea ver,
oír,
y escribir callado,
pero escribirlo,
porque tengo que sacarlo de mí,
aunque no sea nada impresionante,
aunque sea la visión de un tipo corriente,
un tipo al que el oro le importa una mierda.