Al irme de allí,
Andando por el camino,
El huerto abandonado
A mi derecha lo ví.
Su suelo seco y árido
Hacía un esfuerzo por sobrevivir.
Me acerqué a él.
Sus últimos frutos
Estaban picoteados
Por las avec de paso,
Que sacian su deseo, se alejan
Y de nada se dan cuenta.
El mundo indiferente,
Tampoco percibe
Que pierde tanta belleza.
Con mano temblorosa,
Cogí los que aún quedaban,
Dulces y tiernos
Ultima ofrenda a la vida,
Sin que una gota de agua
Regara ya sus entrañas.
Miré dentro de mí,
Y me ví en el mismo estado,
Que ese huerto abandonado.
El fruto de mi amor destrozado,
Hecho pedazos,
También por las aves de paso.
Sentí la fuerza que poseen
Los hijos de la Tierra,
Porque su fuerza era mi fuerza,
Mía su dulzura y su belleza.
Oh frutos! Que morís entregados a la Tierra,
Vuestro sacrificio no será en vano.
Yo os prometo que en algún lugar,
Aquí o en el más allá,
Un río de oro y plata
Bañará vuestro suelo,
Será vuestro hogar
Y volveréis a brotar,
Con más fuerza y belleza
Para toda la Eternidad,
Y marcharéis con las estrellas,
Iluminando el Cielo y la Tierra
Febrero 1998