Mentes obscuras se ensañan
fomentando las miserias,
alentando a los demonios
que medran en la inconciencia.
No hay escrúpulo en sus almas,
sus ambiciones siniestras
se nutren con el veneno
con el que a otros enferman.
Propagadores del vicio,
ruina de vidas ajenas,
mercaderes de adicciones,
mil veces peores que fieras.
Inducen lo mismo a niños
afuera de las escuelas,
que a señoras encumbradas
que presumen de inocencia.
Pesadilla de los padres,
azote de adolescencia,
compradores de gobiernos
que solapan su presencia.
Son las drogas y las armas
su medio de subsistencia,
a sangre y fuego transitan
por su mísera existencia;
en ese abyecto inframundo
no conocen la clemencia.-
Eduardo Ritter Bonilla.