Estoy preparado para tirar los dados,
acepto la realidad que me da el azar.
Mi copa se cayó ante de comenzar,
la noche sangra vino de sus costados.
Mi corazón en sombra y en misterio,
mientras yo muero, pero aun sin morir
sigo así, sin deseo todavía de dormir,
ya llegara el tiempo del cementerio.
Nadie oyó cuando grite; ¡no te vaya…!
Cual paloma en libertad se alejó
mi amada, hasta la gaviota se quejo
y levantó vuelo de la desolada playa.
Entonces al fin entiendo y le envidio;
yo me creía libre, pero sigo en presidio.
Autor: Alcibíades Noceda Medina