Abstracción de los sentidos.

Busco el contacto de manos amigas
que se despliegan aladas al danzar y acariciar,
ellas irradian su caudal de magnetismo
transmitiendo ondas que hallan eco en seres vivos
y equilibran sus fluctuantes energías vitales
curando males nefastos para su perpetuidad,
dominan el arte de plastificar lo intangible
dibujando arabescos de música en el aire
o prodigando al alma dones inmateriales.
Persigo los ojos habitualmente esquivos
hasta hallar en ellos una mirada serena
y escudriñar entonces en su abismo sondeable,
pues refleja lo yacente más allá de su memoria,
manifiesta los colores irisados del aura
dejando al desnudo sojuzgadas emociones,
como aquello que la razón no admite
también lo que la garganta no emite
e incluso lo que la apariencia omite.
Escrutino el sonido latente en el silencio
para escuchar la canción del ritmo interior,
captar la reverberación del sentimiento
o percibir la tácita mas estridente sensualidad,
buscando la voz que pugna por hacerse oir,
porque la palabra es un espejo reflectante
cuya longitud de onda resulta impredecible,
su cadencia y modulación son en sí un mensaje
que expone contenido del recipiente hermético.
Rastreo hasta detectar el odor personal,
sumergiéndome en la fuente que lo emana,
empapándome en sus sutiles efluvios,
para olisquear la solidez en lo vaporoso
e impregnarme de lo etéreo que envuelve lo firme,
para olfatear en lo amorfo la viva imagen
o reconocer por su perfume lo volátil,
porque el aroma individual es genuíno
emana el ancestro que soslayamos exteriorizar.
Pretendo saborear las delicias del espíritu,
sorber su vertido líquem reconstituyente,
degustar la textura de sus abstracciones,
paladear cada partícula de la esencia condensada,
libar del pólen de las fértiles ideas escanciadas
y catar el néctar oculto entre los pétalos,
pues aderezos del ser son cualidades y virtudes,
mas la sublimación de éstas deleite del espíritu.