De amarillo y fuego
aparece por los oteros
abrojosos y de arados, ondulantes
como una mar fotografiada, sin espumas.
¡Cerro del viento...!
Hamaca donde bosteza
esta flor,
no sé si en tu seno de madre
o en la Cueva del Pesebre.
¡Y cada mañana es esperanza abierta...!
Pero la niña de pelo negro
en su costado
aprieta un cántaro de lágrimas.
Se inclina sobre los cantos rodados
del Campanillas, con jabón y mansedumbre
y su burrito la espera impaciente,
porque es tarde.
¡Ay, niña de pelo negro, se te escapó
por la corriente traidora, una lágrima!
!Y traspasada ha quedado en un abrazo de juncos,
en el charco de los peces!
Porque la noria amarilla se mece
en el columpio del cielo...
y va borrando las sombras pálidas
a las cascadas llorosas de esta niña.
¡Qué llántico adolescente!
Su pelo ya no es negro,
ni sus ojos; sus manos están gastadas
por los cantos del Campanillas.
Su ropa no es ya de luciérnagas
y de bruma...
Montada en su Platero se retira
silenciosa...
!La niña es una dama de pelo rubio,
mordisqueada por la esperanza del retorno!
pio espejo