El Estanque.

Era el año pasado. Era una tarde
clara y radiante como el mismo Sol.
Sentados en el borde del Estanque
soñábamos los dos.
¡Y qué felices éramos!. ¿Te acuerdas
como me acuerdo Yo?.
El luminoso Espejo del Estanque
tu hermosura y mi dicha reflejó
y al rizarse sus aguas, en un beso,
nuestros cuerpos, ¿te acuerdas?, confundió.
El pudor que tus ansias refrenaba,
cedió a la tentadora invitación
y el Beso que tu boca me negaba
aquella tarde no me lo negó.
El Sol de nuestra Dicha tuvo envidia
y aquel día más pronto anocheció.
¡Cuán veloz pasa el tiempo, Vida Mía,
si se queda el Amor
que trae su eternidad a cada día!.
Así empezó, ¿te acuerdas?, hace un año,
en una hermosa tarde, nuestro Amor.
Cuando quiero olvidarme de mis Penas
vuelvo a pedirle a Dios
que me haga recordar la tarde aquella
como una Bendición
que al Cielo me elevó desde la Tierra.
Siempre tan juntos. Siempre tan unidos.
Y Dios, que nos bendijo, entre los dos.