Te soñé un instante ajeno del mundo,
durmiendo no estaba pero soñando
en el paraíso de tus ojos me hundo,
Mientras despierto a tu amor voy cantando.
Por ser reo de ti no estoy iracundo,
a pesar la campana está tañando
celada sin juicio será rotundo,
en condena perpetua te estoy amando.
Mi corazón no encogerá el calvario,
te tengo en él y te abrigo allí a diario,
cabalgas conmigo y das felicidad.
Es tan bello oír tu quiera juvenil,
eres flor pequeña adornando pensil
de mi sueño, que se torna eternidad.
Autor: Alcibíades Noceda Medina