Soneto de algún día del pasado.

Semiplena prueba de costos tan humanos
que simplifican, corroen, son casi fantasías,
calma en la cúpula de azares que perdías
cuan fina arenilla dehojadas en tus manos.
Como si fueses oda de los valiosos veranos
donde el calor silente en tu piel se escondía
valen las redundancias si se quiere todavía
para saberte inmensa de ocasos lejanos.
Y en la madurez del alma, sincera y ataviada
del manjar perenne de tus cielos diamante,
casi al descubierto de saberte en mi mirada
logré eclipsar tus sentimientos un instante
valiédome de la útil consejera que callada
soplaba mis palabras a tu oído ya distante.