Qué triste es el presenciar
cómo te hundes, hermano,
tu vulnerabilidad
te va llevando hacia abajo
y tus vicios debilitan
y anulan tu voluntad.
Ya no eres hombre, en verdad,
sólo una piedra rodando
en la pendiente de la vida,
hasta el fondo del barranco,
sin quererlo remediar.
Sólo un barco a la deriva,
a merced del huracán,
sin timonel y sin guía,
siempre a merced de los vientos
que te llevan y te traen.
Quiero ayudarte y no puedo,
porque tu mismo no dejas
que te puedan ayudar.
Así, no tienes salida,
eres un caso perdido
en los caminos de la vida;
cómo me duele, mi hermano,
el verte así naufragar.-