Es un oscuro día del Invierno,
Pleno de languidez y de tristeza.
La lluvia cae. El viento va llevándose
Bandadas de hojas muertas por los aires,
Y Dios sabrá en qué ocultos cementerios
Les dará tierra para que descansen
Del azote del viento
Y el frío de la lluvia penetrante.
El agua, salpicando en los cristales,
Su fúnebre canción repiquetea.
¡Redoble de campanas funerarias
En el entierro de las hojas muertas!
¿Quién osará negarle sentimientos
A la Naturaleza?
Las brumas de mi espíritu se expanden
Y cubriéndome va su densa niebla.
Hay como un eco mío que va impreso
Entre las cosas y en las cosas tiembla.
¡Qué a perfección rimáis, paisaje y música,
Con el triste fluir de mi existencia!
¿Será porque sabéis que en mi Alma joven
Murió antes de nacer la Primavera
Y anticipó el Invierno su visita,
Para que en mi Jardín, en vez de flores,
Florecieran punzantes las espinas?
Agoniza la tarde en el ocaso.
Siento el desmayo de mi mente enferma,
Que se va diluyendo entre las sombras,
Que ya me anuncian que la Noche llega.
Y llegará con ella la Esperanza
Que trae la Noche a todos los que sueñan
Y mientras sueñan, a la Gloria escalan,
Para quedarse eternamente en Ella.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!