Que le voy a decir a la vida, cuando esta eche cuentas y me diga tierna: Ya es la hora de partir. Cuando solo quede de mi las maltrechas tristezas y un pequeño puñado de alegrías. Que le voy a decir para que me crea. Para que atienda mis súplicas y me perdone unas horas. Decirle, no me ha dado tregua la pena. El amor poso su dulces alas sobre mis labios menos de lo que querría. Nunca fui a sabiendas malo con el prójimo. No quise sino amar y ser amado, pero la completa felicidad solo dura un suspiro, después se marchita y ya es distinta. El recuerdo solo es un instrumento para no perder la conciencia. Pero que hay de ese segundo, de ese milagro cuando una mujer te acaricia, te mira y susurra tu nombre. Donde esta el sabor del primer beso, si la lejanía lo ha borrado y ni ella ni yo lo recordamos. Otros besos si, pero ya no esta la energía, la venda cayéndose al suelo y destapando la dicha, la electricidad y el momento que antes de pasar ya esta huyendo.